Recuerdo en mi infancia a mi tío conservando el queso curado en botes de aceite. No tengo memoria de cuando empecé a morir por el queso (de cualquier tipo) pero éste en particular me volvía loca. Su sabor rozaba lo picante. Era realmente delicioso. En casa a veces lo hago con excedente de queso curados para hidratarlos y que no se pierdan en algún rincón del frigorífico.