En la gastronomía mexicana, cuando se trata del lado dulce, todas sus elaboraciones se convierten en un pecado, mortal, además. El pan de muerto, las hojarascas, la cocada, el flan de cajeta, la capirotada, los buñuelos, los churros, el arroz con leche y una larga lista de pasteles, el imposible que conjuga flan y bizcocho, los pays de cajeta y nuez, de plátano, el mostachón y el tres leches… podría estar enumerando otros tantos y seguir babeando según escribo, pero vamos a centrarnos en la propuesta de hoy.
El pastel de tres leches es uno de esos recuerdos que se han quedado grabados a fuego lento de mis años por México. Mi marido es fan absoluto de esta elaboración y siempre que volvemos, la busca. Tengo que reconocer que, al no gustarme la leche, siempre rehuía de esta receta. A menudo he probado pedazos de pastel que nadaban literalmente en leche. ¡Es la gracia del pastel en realidad! Sin embargo, he conseguido hacer una receta más medida. Sigue tratándose de un pastel húmedo que en su mezcla con el merengue te hace, en el primer bocado, declararle amor eterno. En casa, todos somos fans del tres leches, aún sin ser muy amantes de la leche en sí.
Estas fotos son del día del padre. Un orgullo que el mexicano diga… «es el mejor tres leches que he probado»… y tú ¿quieres degustar esta nueva propuesta?