Con la pasta casi nunca se falla. O al menos, yo soy de esa opinión. Desde la forma clásica de prepararla hasta la más elaborada, la casera. Te diré que esta última, que no es tan difícil de hacer, sobrepasa cualquier expectativa. La propuesta de hoy, sin embargo, es bastante sencillita a la vez que saludable, si bien se puede adaptar a cualquier otro tipo de pasta que gustes, spaguetti, macarrones, tortellini, etc. A mi me gustan los fusillis porque en cada bocado sientes el placer de la pasta en tu boca.
Últimamente encuentro pasta fresca o seca ecológica de muy buen sabor, así que me estoy yendo un paso más allá en los nuevos hábitos de alimentación. Del mismo modo, hay pastas integrales en las que es casi inapreciable el cambio en el uso de harina, y por lo tanto, muy recomendable.
En cuanto a los nuevos ingredientes que hoy encontrarás en la receta está: el jengibre, es una planta aromática que tiene muchos beneficios antiinflamatorios y ayuda a combatir enfermedades respiratorias y digestivas, entre otras, rico en vitaminas B y A y en minerales como el calcio, fósforo, aluminio etc. Su ligero sabor picante y el olor que desprende al cortarlo te sorprenderán en el gusto final del plato; las setas shiitake poseen muchos beneficios medicinales gracias a un componente llamado lentinano, que refuerza las defensas, mejora la circulación, reduce el colesterol en sangre y está demostrado, tiene propiedades antitumorales. Ambos, el jengibre y las setas shiitake son alimentos que provienen de China, ¡cuánto nos queda por aprender de ellos!; la leche de coco, es una de las que estoy probando como sustituta de la leche de vaca, no tiene colesterol, ni hormonas y es mucho más saludable. A pesar de su sabor dulce, no contiene tantos azúcares, solo un 2%, y es más densa con una textura similar a la crema. Eso sí, al contener muchos hidratos de carbono, tiene más calorías que el resto de las leches, pero compensa con sus beneficios.