Hace ya años, unos cuántos, tras terminar la carrera en España, me fui a estudiar a EE.UU. Allí cargadas de ilusión y miedo, nos plantamos una buena amiga y yo a realizar un máster de dos años en Letras Hispánicas. Y aunque la primera noche dormimos en la misma habitación, aterradas por el ruido del tren que pasaba al lado del apartamento y la increíble comunidad afroamericana a la que no entendíamos ni papa, los obstáculos se fueron superando con éxito.
Por azares de la vida, esta experiencia supondría un punto de inflexión en mi tranquila existencia en Extremadura, pues allí encontré el amor, y eso me unió a México y nos envolvió en un círculo de viajes, amigos, culturas y gastronomía, que , hoy por hoy, seguimos disfrutando.